La rabia es una encefalitis letal, transmitida principalmente por la mordedura de animales infectados o enfermos, debido a la importante presencia de virus en la saliva, la rabia está oficialmente erradicada en España pero los controles sanitarios y las vacunaciones deben seguir debido a los problemas que os contamos en esta entrada.

            La rabia es una virosis zoonótica (transmisible de los animales a los humanos) que se puede prevenir administrando una vacuna. Una vez que aparecen los síntomas clínicos, es prácticamente mortal. En hasta el 99% de los casos humanos, el virus es transmitido por perros domésticos. Sin embargo, la enfermedad puede afectar tanto a los animales domésticos como a los animales salvajes.

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Síntomas

            El periodo de incubación varía ampliamente y ocupa desde que se produce la infección hasta que el virus alcanza el sistema nervioso central y comienzan los primeros síntomas. Suele ser de 2 a 3 meses, pero puede oscilar entre una semana y un año, dependiendo de factores como la localización del punto de inoculación y la carga vírica.

            A medida que el virus se propaga por el sistema nervioso central, se produce una inflamación progresiva del cerebro y la médula espinal que acaba produciendo la muerte.

La enfermedad puede adoptar dos formas:

  • En la primera, la rabia furiosa, los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, hidrofobia (miedo al agua) y, a veces, aerofobia (miedo a las corrientes de aire o al aire libre), y la muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.
  • La segunda forma es la rabia paralítica, que representa aproximadamente el 20% del número total de casos humanos y tiene una evolución menos grave y, por lo general, más prolongada. Los músculos se van paralizando gradualmente, empezando por los más cercanos a la mordedura o el arañazo. El paciente va entrando en coma lentamente y acaba falleciendo.

Transmisión

            La infección suele producirse por la mordedura o el arañazo profundos de un animal infectado, y la transmisión por perros rabiosos es la fuente del hasta 99% de los casos humanos.

            La rabia del murciélago se ha convertido recientemente en una amenaza para la salud pública en Australia y Europa Occidental. Los casos mortales en humanos por contacto con zorros, mapaches, mofetas, chacales, mangostas y otros huéspedes carnívoros salvajes infectados son muy raros, y no hay casos conocidos de transmisión a través de mordeduras de roedores.

            También puede haber transmisión al ser humano por contacto directo con mucosas o heridas cutáneas recientes con material infeccioso, generalmente saliva. Aunque es muy raro, también se puede contraer la enfermedad por trasplante de órganos infectados o inhalación de aerosoles que contengan el virus. La transmisión de persona a persona por mordeduras o saliva es teóricamente posible, pero nunca se ha confirmado; lo mismo ocurre con la ingestión de carne cruda o de otros tejidos de animales infectados.

La rabia del perro

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            No existe duda del papel principal del perro en la epidemiología de la rabia, en lo que se refiere a su condición de zoonosis. Son los asentamientos rurales en la mayoría de los países en desarrollo, los que más sufren del problema, mantiene conexiones con otras especies, principalmente salvajes (zorros, chacales, mangostas y otros) que pueden vehicular el virus rábico.

            El riesgo es, por otra parte, inevitable entre países y continentes. Si se refiere a los animales terrestres, el hombre y su capacidad de desplazamiento cualquiera que sea el motivo (ocio, trabajo, emigración, etc.) juega el papel principal. Desde África a Europa o desde los países del Este de Europa a Europa Central o el Occidente Europeo, el riesgo permanece, como lo demuestra el permanente relato de casos relacionados la mas de las veces con la entrada ilegal de mascotas, por lo general de corta edad y ordinariamente de condición sanitaria desconocida, que de forma clandestina atraviesan las fronteras sin que las autoridades sanitarias puedan hacer nada para evitarlo.

Este riesgo debe ser objeto de una previsión y vigilancia permanente por todos los medios al alcance de las autoridades sanitarias, se trate de medidas de profilaxis sanitaria o médica, o ambas, en una alerta continua. La demostrada posibilidad de que desde un reservorio doméstico salte un brote de enfermedad en animales salvajes o al contrario, no admite discusión en la adopción de medidas cautelares.

            En 2013 se declaró en Toledo la activación del nivel 1 de alerta, actualmente ya desactivado, debido a un perro infectado en un viaje a Marruecos y que tuvo contacto con varias personas, entre ellas un niño pequeño, siendo estos más susceptibles a la mordeduras.

            En un artículo recientemente publicado ( Eurosurveillance, www.eurosurveillance.org) se recogen desde 2001 un total de 9 casos de rabia canina, importada en Europa (Francia, Holanda, Alemania, Suiza y Bélgica) de animales procedentes del norte de África, la gran mayoría vía España. Involucrando a más de 400 personas, las cuales se les tuvo que hacer un cercano seguimiento y protocolos rigurosos.

Rabia en el gato

            Existe unanimidad en la consideración de que estos animales son vectores  importantes de la rabia al hombre. Cualquiera que sea la región geográfica que se considere, por ejemplo los Estados Unidos o Europa, la presencia de casos de rabia en gatos es siempre una constante muy importante. En los Estados Unidos, en el quinquenio 1995-2004, la media de casos de rabia en gatos osciló entre 249 y 321, mientras que en Europa los casos en rabia en gato en los últimos años ascendieron a 5.257 casos con una media de 1.051 casos por año, por lo general, casi siempre más que en el perro. Este importante número de casos se refleja, además, en el número de exposiciones humanas en personal de cuidado de estos animales veterinarios.

Rabia de animales salvajes

            En el ciclo salvaje de mamíferos terrestres, el zorro posee un interés particular, particularmente en Europa, donde actúa como reservorio principal. Todavía el número de casos de rabia vulpina en Europa, sigue siendo importante (2.511 casos en 2012), aunque vinculados a determinados países del este (Federación Rusa, Polonia, Rumanía, Bielorrusia, Ucrania y Croacia).

            En estas regiones, también, los perros mapache recientemente introducidos, pueden representar un riesgo futuro de interés. Como quiera que sea, dentro de una región geográfica en particular pueden coincidir simultáneamente diferentes ciclos de infección salvaje con distintos reservorios protagonistas, con la particularidad ya comentada de que esporádicamente la rabia salvaje se transmite a los animales domésticos, habitualmente al perro, pero también al ganado bovino o los équidos, y a los seres humanos.

Profilaxis postexposición

            El tratamiento profiláctico posterior a la exposición (profilaxis postexposición) se debe administrar de inmediato tras una mordedura. El objetivo es impedir que la infección entre en el sistema nervioso central, lo cual provocaría la muerte inmediata. Esta profilaxis consiste en:

  • la limpieza a fondo y el tratamiento local de la herida o arañazo tan pronto como sea posible después de la exposición;
  • la aplicación de una vacuna antirrábica potente y eficaz.
  • la administración de inmunoglobulina antirrábica, si está indicado.

            El tratamiento inmediatamente después de la exposición puede evitar eficazmente la aparición de los síntomas y la muerte.

Limpieza a fondo de la herida

            La herida se debe lavar y limpiar de inmediato durante un mínimo de 15 minutos con agua y jabón, detergente, povidona yodada u otras sustancias que maten al virus de la rabia.

            La profilaxis postexposición es necesaria en todos los casos de exposición en los que se concluya que existe riesgo de que la persona contraiga la enfermedad. Este riesgo es mayor en los siguientes casos:

  • el mamífero agresor es de una especie que puede ser reservorio o vector de la rabia;
  • la exposición tuvo lugar en una zona donde sigue habiendo rabia;
  • el animal tiene mal aspecto o su conducta es anormal;
  • la saliva del animal ha contaminado una herida o mucosa;
  • la mordedura no se produjo como respuesta a una provocación;
  • el animal no está vacunado.

            Los datos sobre la vacunación del animal sospechoso no se deben tomar en cuenta para descartar el tratamiento profiláctico posterior a la exposición si no se tiene seguridad de haber completado la vacunación. Esto puede suceder cuando, por falta de recursos o porque no se les otorga prioridad, los programas de vacunación canina no están suficientemente regulados o no se aplican correctamente.

            La OMS sigue fomentando la prevención de la rabia en el ser humano mediante la eliminación de la rabia canina.

Conclusiones y propuestas finales

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PRIMERA:

            El Riesgo de importación de casos de rabia canina procedentes del norte de África es una evidencia de importancia creciente. Ante tal situación, se debe incrementar el celo de las autoridades sanitarias, en puntos de entrada en la península conectados de forma directa con los puertos africanos, muy especialmente en lo que se refiere a la entrada de vehículos automóviles, que puedan transportar ilegalmente animales enfermos o en periodo de incubación de aquellos lugares.

            De modo particular, las ciudades de Ceuta y Melilla, sin barreras naturales con el territorio endémico de Marruecos, deben mantener por parte de sus autoridades sanitarias extremo rigor en la entrada de animales procedentes de las localidades del entorno, principalmente animales vagabundos.

SEGUNDA:

            Aunque el riesgo de importación de casos de rabia procedentes de otros territorios del interior de Europa, se considera menor que en el caso del norte de África, se debe tener presente que:

            1) la libre circulación de personas y mercancías en los países de la UE  permite con facilidad la entrada de animales vehiculados ilegalmente procedentes de países que describen casos de rabia en animales domésticos (principalmente perro y gato) e incluso de especies salvajes (sobre todo zorro rojo);

            2) la falta de medidas específicas y la cierta relajación de los controles referidos a las poblaciones vulpinas, puede facilitar rebrotes en países declarados libres de este tipo de rabia. Se desconoce si esta situación está siendo contemplada de algún modo por las autoridades autonómicas o dependientes del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio ambiente, en aspectos como el conocimiento de las poblaciones de zorro, densidad, abundancia, etc. habida cuenta de la importancia crítica que se concede a determinados valores de esta especie animal en relación con la difusión de la rabia;

3) No se debe olvidar que está perfectamente acreditado el contagio de perros a partir de zorros enfermos y al contrario, como parece que sucedió en nuestro país en el año 1977, cuando se describieron dos casos de rabia en zorros en la provincia de Málaga probablemente debido al contagio singular con perros enfermos o por consumo de carroña procedente de cadáveres.

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TERCERA:

            Se considera absolutamente necesario, mantener un criterio único en toda España en lo que se refiere a la Vacunación Obligatoria, que debe ser anual (en función del producto autorizado utilizado para la inmunización, que debe ser aplicada por Veterinarios autorizados) para garantizar una inmunidad protectora suficiente contra la rabia, en todo caso sistemática, y que debe alcanzar sin excepción a la totalidad de perros y gatos, igual que en el caso de mascotas exóticas como los hurones o los perros-mapache, también especialmente susceptibles al virus de la rabia.

            En el control de la rabia en los animales de compañía (perro, gato, hurón y otros), solo la vacunación en masa de los animales, completada con el censado, registro, identificación (mediante microchip) y otras medidas de vigilancia, tiene acreditado el éxito.

CUARTA:

            En relación con la rabia de murciélagos, habida cuenta de los últimos casos descritos en nuestro país, y de las consideraciones expuestas a propósito de la posibilidad de transmisión a especies terrestres, como de la llegada de animales procedentes de otras latitudes sea cual fuere la causa de la misma, exige por parte de las autoridades competentes una alerta continua.

            En la misma línea, se considera necesario por parte de las autoridades competentes el estímulo y financiación suficiente a los grupos de investigación especializados, en la mejora permanente de los recursos disponibles en materia de diagnóstico y vacunación, así como en la búsqueda de nuevos productos vacunales capaces de proteger al ser humano y a las poblaciones animales de eventuales exposiciones a estos virus, cuya relación con el virus de la rabia clásico en ocasiones es insuficiente para garantizar una protección adecuada.